Page 15 - BAT Literatura castellana
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                 TEXTOS Y ACTIVIDADES
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   1 Indica dónde suceden los hechos narrados en este fragmento de La Colmena
2 Observa que el relato se estruc- tura en pequeñas escenas o frag- mentos narrativos. Explica de qué trata la primera.
3 Observa algunas técnicas de ca- racterización de personajes y con- testa:
a ¿Qué rasgos físicos de doña Rosa se mencionan?
b ¿Cuáles de ellos la asocian a animales u objetos?
c ¿Cómoinfluyeestoennuestra percepción del personaje?
d ¿Se presta atención a su forma de hablar?
e Indica otros elementos que contribuyen a caracterizarla (habladurías, gustos, gestos).
4 Di de qué hablan Padilla y el clien- te nuevo.
5 Explica qué sabemos de este per- sonaje. ¿Por qué está en el café de doña Rosa?
6 Observa la actitud del narrador. Indica si es siempre un observa- dor externo y, en el caso de que no lo sea, di si es neutral o no. Argu- menta tus respuestas.
 LA COLMENA
1 No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es lo único importante.
Doña Rosa va y viene por entre las mesas del café, tropezando a los clien-
tes con su tremendo trasero. Doña Rosa dice con frecuencia leñe y nos ha 5 merengao. Para doña Rosa, el mundo es su café, y alrededor de su café, todo lo demás. Hay quien dice que a doña Rosa le brillan los ojillos cuan- do viene la primavera y las muchachas empiezan a andar de manga corta. Yo creo que todo eso son habladurías: doña Rosa no hubiera soltado jamás un buen amadeo de plata por nada de este mundo. Ni con primavera ni 10 sin ella. A doña Rosa lo que le gusta es arrastrar sus arrobas, sin más ni más, por entre las mesas. Fuma tabaco de noventa, cuando está a solas, y bebe ojén, buenas copas de ojén, desde que se levanta hasta que se acues- ta. Después tose y sonríe. Cuando está de buenas, se sienta en la cocina, en una banqueta baja, y lee novelas y folletines, cuanto más sangrientos, 15 mejor: todo alimenta. Entonces le gasta bromas a la gente y les cuenta el
crimen de la calle de Bordadores o el del expreso de Andalucía. [...]
Padilla, el cerillero, habla con un cliente nuevo que le compró un paque- te entero de tabaco.
—¿Y está siempre así?
20 —Siempre, pero no es mala. Tiene el genio algo fuerte pero después no es mala.
—¡Pero a aquel camarero le llamó bobo!
—¡Anda, eso no importa! A veces también nos llama maricas y rojos. El cliente nuevo no puede creer lo que está viendo.
25 —Y ustedes, ¿tan tranquilos?
—Sí, señor; nosotros tan tranquilos.
El cliente nuevo se encoge de hombros.
—Bueno, bueno...
El cerillero se va a dar otro recorrido al salón. El cliente se queda pensativo.
30 —Yo no sé quién será más miserable, si esa foca sucia y enlutada o esta partida de gaznápiros. Si la agarrasen un día y le dieran una somanta entre todos, a lo mejor entraba en razón. Pero, ¡ca!, no se atreven. Por dentro estarán todo el día mentándole al padre, pero por fuera, ¡ya lo vemos! ¡Bobo, lárgate! ¡Ladrón, desgraciado! Ellos, encantados. Sí, señor;
35 nosotros tan tranquilos. ¡Ya lo creo! Caray con esta gente, ¡así da gusto!
El cliente sigue fumando. Se llama Mauricio Segovia y está empleado en la telefónica. Digo todo esto porque, a lo mejor, después vuelve a salir. Tiene unos treinta y ocho o cuarenta años y el pelo rojo y la cara llena de pecas. Vive lejos, por Atocha; vino a este barrio por casualidad, vino
40 detrás de una chica que, de repente, antes de que Mauricio se decidiese a decirle nada, dobló una esquina y se metió por el primer portal.
CAMILO JOSÉ CELA Educación literaria 249
 

































































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