Page 34 - SECUENCIAS de Lengua castellana y literatura 4
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Ponte a prueba
Prueba de competencias
Por qué no hay familias perfectas
Para ser una familia perfecta sería de gran ayuda que los niños vinieran al mundo diseñados de tal manera que tuvieran siempre más sentido común que energía, con lo cual siempre se sabría cómo controlar sus impulsos. Pero las cosas suceden exactamente al revés. Los niños —y no digamos ya los adolescentes— se caracterizan por tener mucha más energía que sentido común para controlarla. Vienen a ser como conductores novatos que aprenden a conducir con un Fórmula 1. Es inevi- table que tengan algún accidente, que acaben con la carrocería rayada, algún faro roto y un consumo exce- sivo de gasolina. Pero esto es lo que hay. Precisamente porque nuestros hijos tienen más energía que sentido común, si alguien tiene que estar dispuesto a poner siempre, incondicionalmente, el sentido común, han de ser los padres. Y eso cansa y, además, no siempre andamos sobrados de sensatez.
Igualmente facilitaría mucho las cosas poder progra- marse los estados de ánimo, de tal manera que pudié-
ramos garantizar que cuando nuestros hijos lleguen de la escuela nos encontrarán en casa relajados; que en la cena estaremos ocurrentes, sabremos animarlos a que nos cuenten cómo les ha ido el día y tendremos a punto el comentario adecuado que los ayude sin inti- midarlos; que se irán a la cama en cuanto se lo insinue- mos sin rechistar, y que se levantarán por las mañanas sin hacer el remolón, con alegría, etc. Pero los estados de ánimo son bastante caprichosos y van y vienen un poco a su antojo, y más de una vez viene a visitarnos el que menos necesitamos.
Aceptemos, pues, que la aspiración a la perfección puede ser en ciertos momentos comprensible, pero que no está a nuestro alcance realizarla. En consecuen- cia, habrá que optar por lo que está por debajo de la perfección, que es la imperfección sensata.
Gregorio Luri, Elogio de las familias sensatamente imperfectas. (adaptación)