Page 26 - BAT Lengua castellana y literatura
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PONTE A PRUEBA
Marta Sanz (Madrid 1967) es doc- tora en Filología Hispánica, colabora con El País y ha obtenido numerosos premios literarios. Entre sus nove- las destacan títulos como Los me- jores tiempos (2001), Susana y los viejos (2006), Black, black, black y Farándula (2016). También ha pu- blicado poemarios y ensayo (No tan incendiario, Éramos mujeres jóve- nes). Su última obra es el ensayo Monstruas y centauras (2019).
Cumpleañera
1 Hoy cumplo 55 años. Desde el 1 de enero de 2023 Wikipedia informará de que soy una escritora de 56 años y, cuando vaya a un instituto, un chico me dirá: «Usted que pertenece a la generación de Carmen Martín Gaite...». Vivimos en tiempos de posmemoria1 —cada cual la edita a su manera—,
5 desprestigio del hecho real, fe en lo virtual y ausente, defenestraciones auto- biográficas. Como si las autobiografías no fuesen representaciones de la pre- cariedad —también imaginativa— y del miedo. Hoy es mi cumpleaños y mi diario es mi currículum.
Fui concebida en un piso interior del barrio de Chamberí. El sitio es metá- 10 fora de mi ideología. Chamberí. Interior. Viví en Vallecas y junto al Puente de Praga. En Benidorm. Volvimos al Puente de Praga. Nos mudamos a un piso exterior en Chamberí. A los profesionales liberales, hijos de mecánicos, el espejismo del ascensor social les dejó en la segunda planta a la altura de 1980. Sin exageraciones. Nadie me compró un poni. El ascensor se averió 15 y llegaron descendientes más pobres que sus progenitores. Estudié lo que quise: Filología Hispánica. No oposité. Fui becaria en una universidad pri- vada y esos años no computan en mi cotización. Me casé. Firmé un contrato temporal y, después de presentar una tesis sin cum laude, me hicieron un contrato fijo. Nunca me quedé en paro. Fui activa políticamente. Di clases 20 de español. Diseñé materiales. Formé profesores. Di clases en Periodismo, Publicidad, Lenguas Aplicadas. Como tanta gente, trabajé de ocho o a ocho. Me divertí. Quedé finalista de un premio literario. Renuncié a mi contra- to fijo —como una señorita, una pija, una romántica entregada al altar de la literatura...— y tuve que volver a la universidad: mi medalla de plata no 25 me permitía vivir dignamente. Mi marido era obrero. Me hice autónoma. Me violentaron, pero la violencia estaba tan normalizada que ni supe lla- marla así. Mi marido se quedó sin trabajo. Como muchas otras personas, sufrí ansiedad. Escribí novelas, poemarios, ensayos. Viajé por el mundo y me invitaron a alojarme en hoteles fastuosos y fondas del sopapo. Me peleo 30 con las plataformas digitales cuando facturo. Entrar en este periódico me proporcionó estabilidad. Colaboro en la radio y en una escuela de escritura. Vivo en modo multitarea.2 Tengo un piso. No tengo dos. y Me dedico al ofi- cio que me gusta. Ese es mi privilegio y a la vez la causa de mi autoexplota- ción.3 Voy a institutos. Un muchacho me sitúa en la generación de Carmen 35 Martín Gaite. Me enfado en broma; me siento honrada. Lo miro: en lo que le depare la vida tendrá que ver su esfuerzo, pero sobre todo el sentido de la justicia, la libertad y la protección del país en que le ha tocado vivir. Si yo tuviese una hija, posiblemente aún estaría viviendo en casa y me costaría encontrar alicientes para estimular su esfuerzo. No hablo en clave genera- 40 cional: la cronología no es engrudo ni la historia está congelada. Soplo mis
velitas con razonable felicidad. E inquietud.
MARTA SANZ, El País, (14/11/2022). 1 El Diccionario de la lengua española (DLE) no recoge a palabra posmemoria. (Consulta: 15 de
noviembre de 2022.)
2 Ninguna de las acepciones que incluye el Diccionario de la lengua española (DLE) corresponde al sentido que esta palabra tiene en el texto. (Consulta: 15 de noviembre de 2022.)
3 El Diccionario de la lengua española (DLE) no recoge a palabra autoexplotación. (Consulta: 15 de noviembre de 2022.)
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