Page 25 - SECUENCIAS de Lengua y literatura 2
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                 —¡Si es un escarabajo pelotero! —dijo—. Hay que ayudar siempre a estos animales cuando se quedan así, pues ellos solos no pueden darse la vuelta.
David enseñó a Annika el escarabajo, que correteaba por la palma de su mano, y luego quiso echarlo por la ventana. Jonas llegó con un trozo de madera para que el escarabajo correteara sobre él. Pero fue tan torpe, que el escarabajo cayó de nuevo al suelo y desapareció por una grieta que había entre las tablas del suelo.
—¿Cómo vamos a sacarlo? Ten mucho cuidado —aconsejó David, guiado por una vieja superstición que decía que traía mala suerte hacer daño a un escarabajo pelotero.
Hurgaron por la grieta, pero el insecto seguía sin aparecer. Entonces Jonas descubrió que la tabla bajo la cual había desaparecido el escarabajo se po- día mover: estaba suelta. Agarraron por ambos extremos, pues la tabla era larga. También era pesada, pero no fue difícil levantarla.
Jonás se tumbó en el suelo y miró debajo de las tablas. Había mucho polvo y porquería, pero el hueco estaba vacío. Lo alumbró y lo tanteó con la mano.
—¿Lo ves? —David estaba nervioso. ¡El escarabajo tenía que aparecer!
Jonas movía la linterna de un lado a otro. ¿No había algo allá al fondo, en el polvo? Alargó el brazo todo lo que pudo, pero no notó nada. Escuchó atenta- mente y miró hacia el fondo. Sí, allí se movía algo, pero fuera de su alcance.
—David, tú que tienes los brazos más largos que yo, busca; yo te alumbro.
David metió el brazo y tanteó. Una expresión de asombro apareció en su cara.
—¿Qué pasa? —preguntó Jonas.
David retiró rápidamente la mano. No había encontrado el escarabajo, pero su mano había chocado con algo.
—¡Alumbra, Jonas! ¡Más lejos! ¡Hacia la derecha!
Jonas alumbró. Allá al fondo brillaba algo. Parecía una caja. —¿La alcanzas?
David llegaba. Estiró el brazo lo más que pudo y consiguió agarrar la caja y sacarla. Jonas cogió su pañuelo y sacudió el polvo de la tapa. Era un viejo estuche de ma- dera, con un cierre de latón que brillaba cuando le daba la luz. Lo dejó en el suelo.
—Mirad, ¡el escarabajo pelotero! —susurró Annika señalando la llave que había en la cerradura.
El escarabajo estaba tranquilamente posado en ella, y no intentó huir cuan- do David lo cogió para soltarlo por la ventana.
—¿Qué habrá en el estuche? ¡Abrámoslo! —propuso Jonas con entusiasmo.
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   ¿Cómo era el suelo del cuarto?
¿Por qué está nervioso David? ¿Por qué se preocupa tanto por el escarabajo?
     ¿Dónde estaba el escarabajo?
 













































































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