Page 24 - BAT Lengua castellana
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                 PONTE A PRUEBA
   Irene Vallejo (Zaragoza 1979). Escritora y filóloga, estudió Filología Clásica y se doctoró en las univer- sidades de Zaragoza y Florencia. Es conocida principalmente por su labor de divulgación, sobre todo por sus colaboraciones en medios como El Heraldo de Aragón y El País Semanal.
También ha publicado antologías, ensayos y obras infantiles. Su obra más destacada es El infinito en un junco, un ensayo acerca de la histo- ria de los libros.
Coser y contar
1 El silencio y el estrépito. Eras solo una niña. Recuerdas a tu madre, después del trabajo, absorta en sus dos mundos cotidianos: los libros y la costura. Con el dedal o la lectura, todo era sigilo. Otras veces, la casa entera tem- blaba sacudida por ese tableteo entrañable de la máquina de coser o la de
5 escribir. Siempre, el gesto de concentración. Enhebrar el hilo en el ojo de la aguja, fijar los ojos en las hebras de las líneas. Años después, leerías a Carmen Martín Gaite en El cuento de nunca acabar: «Ponerse a contar es como empezar a coser; es ir una puntada detrás de otra, sean vainicas1 o recuerdos». Trenzando lana o letras, aquellos gestos paralelos anudaban
10 mundos.
En muchas lenguas, «texto», «textura» y «textil» son palabras que compar- ten el mismo origen. La metáfora del tejido es constante en la creación ver- bal: bordamos un discurso, hilvanamos ideas, hilamos palabras, urdimos planes, nos devanamos los sesos, desovillamos enredos, nuestros relatos
15 tienen trama, nudo y desenlace. El nombre de los antiguos bardos de los poemas homéricos —rapsodas— significaba «zurcidores de cantos». En las historias más antiguas de la humanidad encontramos el rastro de remo- tas tejedoras. La mitología griega cuenta la trágica victoria de Aracne, una mujer que componía maravillosas narraciones sobre las páginas en blanco
20 de la tela. Sus obras eran tan bellas que las ninfas acudían a admirarlas. Orgullosa de su habilidad, desafió a Atenea a un torneo de bordado. La diosa representó en su tapiz a las divinidades olímpicas en toda su majes- tad; la irreverente Aracne ridiculizó al mismísimo padre Zeus en sus torpes atropellos amorosos: Europa, Dánae y otras. Humillada por el descaro y
25 la pericia de la joven, Atenea juró venganza y Aracne, aterrada, se ahorcó. Entonces la diosa la transformó en una araña que, terca, extrajo de su pro- pio cuerpo un hilo con el que crear delicadísimos encajes. Siglos después, en Las mil y una noches, Sherezade diría: «El mundo es como una tela de araña, detrás de cuya fragilidad está acechándote la nada».
30 En las culturas tradicionales, los tejidos albergan significados, recuerdos, símbolos, mensajes: son escrituras. Los incas usaban quipus —cuerdas con flecos de distintos colores y grosor— para conservar leyes o leyendas. Sus libros estaban redactados con nudos y hebras, en un código que recuerda al de los ábacos. En el siglo xvi, los españoles, inquietos ante unos tex-
35 tos que les resultaban incomprensibles, ordenaron que los quipus fueran destruidos. Solo se han salvado algunos cientos, aún hoy enigmáticos e indescifrables. La conquista erradicó ese originalísimo alfabeto de hilo, un idioma de redes, secuencias y vínculos que parece anticiparse al lenguaje de la programación informática. El parto, igual que la creación, necesita
40 gestos de costurera: se corta un cordón, se cosen los desgarros de la madre y el ombligo se convierte en nuestro primer nudo. Como soñó Remedios Varo en su pintura mexicana, el mundo fue —tal vez— engendrado por mujeres que hablaban y tejían. [...]
IRENE VALLEJO, El País (11/04/2021).
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1 vainica, bordado que se hace especialmente en el borde de los dobladillos, sacando algunas hebras del tejido.
 

















































































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